sábado, 2 de abril de 2011

Trasplante en arces

La finalidad del trasplante de los bonsais es doble:
Por una parte, la creación de un sistema radical fibroso y capilar para asegurar la vida del árbol en un espacio muy reducido durante largos años (como motivo prioritario)s y, por otra, la renovación periódica de su medio de vida, o sea, la tierra.
El trasplante se realiza en primavera, cuando las yemas engordan. Las fechas variarán de la zona geográfica, de la ubicación, de la especie (los buergerianum, en general, suelen hinchar yemas un par de semanas antes que los palmatum, por ejemplo) y del ejemplar en particular y su trayectoria vital anterior.
Para los arces jóvenes será necesario el trasplante anual, no así con los que ya lleven tiempo de entrenamiento como bonsai.
Sacaremos el árbol de su maceta, con mucho cuidado, la limpiaremos y desinfectaremos, aunque sólo sea con agua y jabón. La enjuagaremos después con abundante agua fría y la dejaremos secar.
La preparación de la mezcla de tierra es muy particular (lo hemos visto en otros posts del blog) y depende de la zona geográfica, la ubicación del árbol, de si está a pleno sol en verano (aunque recordemos que el arce no debe cultivarse a pleno sol en países cálidos, dado que las hojas se quemarán fácilmente). o de si el suministro de agua es controlado o el árbol está expuesto a la lluvia. En general, la mezcla de tierra deber ser porosa, pero a la vez tiene que tener la capacidad de retener la suficiente humedad. Actualmente, yo utilizo akadama y grava volcánica (al 50%), pero he de estar bastante pendiente del riego.
La mezcla, cualquiera que cada uno decida para sus arces bonsai, no debe encharcarse, para que las raíces no se pudran, por lo cual será interesante también utilizar tres capas de granulometrías diferentes, colocando la de mezcla más gruesa debajo.
Por lo general, los arces crecen bien en  cualquier tipo de suelo de estas características.
Si el prebonsai de arce ha sido correctamente cuidado durante el período de crecimiento anterior al trasplante, la poda de las raíces podrá efectuarse sin temor. Sin embargo, si no está lo suficientemente fuerte y se poda el cepellón demasiado, los nuevos brotes no se desarrollarán con fuerza, y puede que muchos se sequen.
Al sacar el árbol de la maceta observaremos que el cepellón tiene lo que se podría denominar un sistema de raíces estables y otro de raíces muy largas y de color más claro. Son éstas las raíces que han crecido y se han extendido alrededor del interior de la maceta en el año o en los años anteriores.
Lo primero que hay que hacer es peinar estas raíces largas y separarlas del resto del cepellón. Algunas de ellas serán gordas y se ocultarán dentro del mazo de raíces. Será necesario seguirlas y podarlas completamente, lo más cerca de la base del tronco que sea necesario.
Una vez eliminadas estas raíces gruesas, examinaremos la zona del cepellón situada inmediatamente debajo de la base del tronco, limpiando esta parte de tierra con un palillo de los de comida china o similar, o con los dedos si fuera preciso. Con la base del tronco a la vista, se podarán por completo las raíces que salgan directamente de ella. Esto facilitará la creación de un sistema horizontal de raíces, y de un buen nebari en la superficie.
Una vez finalizada la poda de raíces, devolveremos el árbol a su maceta. Es importante anclarlo firmemente con alambre pasado por los agujeros de drenaje o por unos que algunas macetas tienen a tal efecto de la maceta, para que no se mueva hasta que las nuevas raíces lo  anclen a la maceta.
 Lo colocaríamos así:

Vista la maceta desde detrás:



Colocaremos después en la maceta un montoncito de sustrato, acomodando bien sobre el el arce, cuidando de que no queden huecos sin sustrato en la base del árbol, para después asegurarlo firmemente a la maceta ligando los alambres de dos en dos.

Es aconsejable que el tiempo entre poda de raíces no exceda de los dos años, pues éstas se desarrollan tanto que un período más largo originaría un cepellón tan denso y duro, que la operación de poda de raíces resultaría muy difícil. Por otro lado, el tamaño de las hojas puede controlarse ajustando el suministro del abono, por lo que poner sustrato nuevo cada dos años no potencia el crecimiento excesivo del follaje y sí facilita la consecución de un cepellón de raíces finas.
Después de asegurar bien los alambres, iremos añadiendo sustrato hasta rellenar de sobra la maceta, pues después, con un palillo, procederemos a remover el sustrato para provocar que se vaya rellenando bien y asentándose.
Para ello introduciremos el palillo por la punta realizando un leve movimiento de muñeca y empujando el sustrato a rellenar los "huecos" así provocados. Es importante dedicar bastante tiempo a este proceso de palilleo, para que la maceta quede bien rellena y el árbol esté bien inmerso y seguro en el nuevo sustrato.
Para finalizar, aplastaremos el sustrato en su superficie ligeramente, ayudándonos de un pequeño bloque de madera si no tenemos herramienta para tal fin.
Después del trasplante regaremos profusamente el bonsai hasta que salga agua limpia por los agujeros de drenaje.
Por supuesto, no empezaremos a abonar un árbol recién trasplantado hasta que la brotación esté desarrollada. También hay que tener en cuenta que un árbol que acaba de sufrir una poda de raíces y un trasplante no está en la plenitud de sus fuerzas, por lo que, si hubiese una caída brusca de temperatura, por debajo de 1ºC, habría que proteger al arce. Esto significa que los meses entre febrero y mayo pueden ser problemáticos, y se requiere una vigilancia especial para salvar los peligros de las heladas.

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